domingo, 26 de abril de 2009

Celebra Cienfuegos su 190 cumpleaños

Por Ramón Barreras Ferrán

El mismo sitio donde hace 190 años se decidió fundar la central ciudad de Cienfuegos fue el eje sobre el cual giraron hoy 22 de abril las celebraciones principales por el aniversario de lo que en principio se llamó Villa Fernandina de Jagua por los colones franceses que primero la habitaron.

Un acto imprescindible, pero que esperó por muchos años, tuvo en éste su momento consagratorio. Los restos mortales de Don Luis De Clouet Favrot, quien fuera el iniciador de la existencia humana en este pedazo de tierra del centro-sur del archipiélago cubano, recibieron guardias de honor en el Museo Histórico de la ciudad y posteriormente se depositaron en el nicho construido con ese fin en el Cementerio Tomás Acea, donde reposarán para siempre. Con anterioridad al traslado, la urna fue custodiada por autoridades de la provincia y el municipio, estudiantes de la enseñanza primaria y trabajadores vanguardias del Sindicato de la Cultura.

De Clouet falleció el 17 de julio de 1848, a los 82 años en la ciudad de Córdoba, España. El 28 de julio de 1858, por gestiones de la alcaldía y el Ateneo de Cienfuegos, fueron donados los restos de su fundador a este sitio, donde arribaron el 3 de agosto. Luego, estuvieron en la bóveda de un banco y después en el Museo Provincial, hasta hoy.

El arquitecto Irán Millán, conservador de la ciudad, recordó que Don Luis fue Caballero Cruz y Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, Comendador de la Orden Isabel La Católica y Título de Castilla de Conde de Fernandina de Jagua. Había nacido el 8 de febrero de 1766 en Nueva Orleáns, antigua colonia francesa.

Se trasladó a Cuba desde Burdeos, en 1818, con el grado de teniente coronel de infantería y agregado al Estado Mayor de La Habana. En 1820 alcanzó los grados de coronel de los Reales Ejércitos, y Brigadier de Infantería en 1833.El 1º de enero de 1819 propuso al Capitán General de la Isla, Don José Cienfuegos, y al Intendente Don Alejandro Ramírez, fundar una colonia en un área cercana a la Bahía de Jagua, proyecto aceptado y formalizado el 9 de marzo del propio año.
En unión de los colonos procedentes mayoritariamente de Francia, el 8 de abril se asentaron a orillas del río Saladito, pero al ofrecer Don Agustín de Santa Cruz, 130 caballerías de tierra en la Península de La Majagua, consideraron que eran terrenos con mejores condiciones y potencialidades para el desarrollo futuro. En esa zona fundarían definitivamente la Colonia el día 22 de abril.
Se llamó Fernandina de Jagua en honor a Fernando VII, rey de España y Jagua, porque representaba el nombre aborigen con que se conocía esta región, cuyo significado es fuente, manantial y riqueza. A los 53 años, De Clouet concibió, planificó y realizó, con el apoyo de la corona española y las autoridades del país, su creación, amparado en la Real Cédula de 1817, para fomentar y poblar de blancos la Isla de Cuba.
En 1829 se le otorgó a la Colonia de Fernandina de Jagua el título de Villa y tomó el nombre de Cienfuegos, en agradecimiento al Capitán General de la Isla. De Clouet fue nombrado su gobernador político y militar.

Sobre la losa del céntrico Parque Martí se efectuó la sesión solemne de la Asamblea Municipal del Poder Popular dedicada al acontecimiento. Tras la reafirmación de las palabras expresadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro de que “Cienfuegos nunca le ha fallado a la Revolución”, procedieron a la entrega de reconocimiento a dirigentes de centros y entidades municipales que sobresalieron por sus resultados el pasado año, así como de la Moderna Conmemorativa por el aniversario 190 de la fundación de la Villa Fernandina de Jagua a un grupo de personalidades, a algunas con carácter post mortem, como a Florentino Morales, quien fuera investigador e historiador de la ciudad; Tomás Castro, combatiente de la Revolución y delegado al Poder Popular desde el nacimiento de ese órgano de gobierno, y Humberto Miguel Fernández, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en la provincia de Cienfuegos desde 1976 cuando se estableció la Nueva División Político-Administrativa y hasta que en la década de los 90 le asignaron otras responsabilidades.

De igual forma, por acuerdo de la Asamblea Municipal cienfueguera otorgaron la condición de Mambí Sureño a la Refinería de Petróleo, reanimada y en proceso de ampliación gracias a los acuerdos de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América, y núcleo central de lo que será el Polo Petroquímico de Cienfuegos.

Un jurado de expertos decidió entregar en esta ocasión el ya tradicional Premio Jagua al grupo musical Los Novo y al investigador y escritor Marcos Rodríguez Matamoros. Ese galardón está destinado a resaltar la obra de instituciones y personalidades del mundo de la cultura y el arte.

Un reconocimiento especial hicieron en jornadas anteriores a la orquesta Aragón por los 70 años de fundada y a Efraín Loyola, el flautista en activo más longevo del mundo, quien fue nombrado Miembro Emérico de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Cienfuegos, renovada, alienta sus aires citadinos, encantadores y señoriales, y comienza a vivir una nueva etapa que la enrumbará hacia su segundo siglo de fundada, en el 2019.

Prohibido hablar de la cosa

Por Ramón Barreras Ferrán

Cuando uno quiere enterarse de algo, nada más oportuno que ir a una barbería. El fígaro, el que está en el sillón giratorio y los que forman la lista de espera se unen en un parloteo que lo mismo toma en cuenta el jonrón de anoche en el estadio, el picadillo de pesca’o que trajeron ayer a la carnicería, o lo buena que se ha puesto Juanita…, “sí, chico, la hija de Cuco, el cocinero que vive en la esquina”.
Pero hay algo que no falla en las barberías. ¡La cosa! Sí, la cosa, esa que los cubanos hemos incorporado al lenguaje de manera magistral y que resume en un solo vocablo lo mismo una catástrofe natural que un pepinillo. Y si no lo cree, ponga atención a las conversaciones en una barbería cualquiera.
Hace poco fui a cortarme el cabello al puesto (porque barbería sería un calificativo demasiado grande para ese cuchitril) de Hermenegildo, un viejo cascarrabias que se ha pasado la vida con la tijera y el peine en las manos, buscándose la vida.
-- ¡Cómo está la cosa!, dice un joven recién llegado con la intención de incorporarse al concierto de habladurías sobre lo humano y lo divino.
-- ¿Qué pasa?, pregunta Hermenegildo, porque la frase lo dejó “vota’o”.
-- Metieron un operativo anoche y cogieron a Pancho, el que embotellaba cerveza de pipa en su casa y la vendía como Mayabe, a 10 cañitas..., eso sí, frías que se partían.
-- ¡Coñó!, masculla el fígaro mientras le cuadra el corte al cabezón de turno.
Un negrón como de seis pies entra, hala un banquito y se sienta.
-- ¡Hay chance, Hermenegildo?”, pregunta.
-- “Usted es cliente fijo…, pa’usted siempre hay un hueco”, le responde el barbero con una sonrisa de extremo a extremo de la boca que deja ver los dientes carcomidos por el tiempo y el descuido. Al parecer el negrón es de los que siempre regala diez pesos por encima de los cinco que le cuesta el pelado con el cero en la maquinita.
-- Ya compré la cosa, Erme, dice el recién llegado.
-- Coño, mi hermanito, no me acuerdo qué cosa es, responde Hermengildo con evidente ingenuidad.
-- El Karpati, mi hermanito, ‘el hierro’ pa’montá las nenas, afirma el otro.
-- Pero esas chicharras escandalosas no tienen traspaso, aclara el veterano.
-- ¿Y eso qué importa…, consolte?, yo soy Juan Bautista en este pueblo y to’ el mundo me conoce..., ¿no es así?
-- Bueno…, si tú lo dices, remata Hermenegildo queriendo poner punto final al tema.
Al poco rato hace su entrada “triunfal” lo que a todas luces resulta ser el pepillo con mayor swing de la zona. Tiene un tatuaje en cada hombro, cuatro argollas en las orejas, una pantaloneta llena de brillo y una gorra “con descarga” (llena de huecos).
-- ¡¿Qué dice mi socio Herme…?!, saluda en voz alta, mezclando la frase con una carcajada estrepitosa.
-- ¡Ahora si la cosa está en candela!
-- ¿Qué es lo que pasa, Planchao?
-- El Tingue, mi socito…, él que siempre está en la última porque es un tipo del ambiente, me dijo anoche que van a hacer un censo por los CDR pa’ mandar pa’ la agricultura a to’ la gente que no trabaja…”.
Hermenegildo tira la tijera y el peine sobre la mesita, tumba de un rodillazo el pomo de talco y entra como un bólido a la otra habitación de la pequeña casa. Al rato regresa con un cartón amarillo del fondo de una caja de shoppin en una mano y un martillo en la otra. Lo coloca en la pared, justo frente a donde se sientan los de la lista de espera y lo clava como con diez puntillas.
Todos leímos: “Proivido ablar de la cosa”.