domingo, 5 de julio de 2009

Honduras: voces y plumas pagadas

Por Ramón Barreras Ferrán

El cerco y golpe mediático que la derecha ha dado al derrocamiento del constitucional y legítimo gobierno del presidente hondureño Manuel Zelaya fue exactamente calificado por Maritza Rosales, dirigente sindical en San Pedro Sula, segunda ciudad en importancia de ese país, cuando expresó a la Mesa Redonda Informativa de la Televisión Cubana: “Son bocas y plumas pagadas”, al referirse a los directivos y periodistas que esconden la verdad y enaltecen la actitud de los golpistas.

Una vez escribí que sentía vergüenza ajena cuando en Miami celebraron con bombos y platillos la enfermedad del Comandante en Jefe Fidel Castro y ahora vuelvo a retomar la frase para ajustarla a los colegas hondureños de los diarios La Prensa, El Heraldo y canales de TV y emisoras de radio pro Roberto Micheletti y comparsa.

A muchos los conocí e incluso, compartí cursos de superación, conferencias y coberturas en esa nación centroamericana en varias ocasiones. Reconozco que son, en su mayoría, buenos profesionales, pero, como asegura un proverbio árabe, “el que paga manda”. Y en esa sociedad el dinero –es evidente- compra hasta las conciencias y manipula las mentes y las acciones.
Hay periodistas hondureños que admiran a Cuba y así lo expresan, pero jamás se atreverían a escribir una línea sobre las conquistas sociales en la Isla. Muchos admiran a Fidel, pero ni una palabra escriben y proponen a sus editores y jefes sobre la obra histórica del líder de la Revolución cubana. Se los tienen tajantemente prohibido. Es pecado capital.

Lo mismo ocurre en estos momentos. Hay que querer ser ciego para no ver los programas sociales puestos en práctica por el gobierno de Manuel Zelaya en una Honduras empobrecida hasta el tuétano, dependiente del mercado norteamericano, y minada por el tráfico de drogas, la ingerencia militar estadounidense, la pobreza e indigencia, la prostitución (hasta infantil), la corrupción y la delincuencia, sobre todo juvenil. Eso lo heredó Mel (así llaman los hondureños a su Presidente) de los sucesivos períodos que tuvieron como mandatarios a políticos que mucho prometieron en sus campañas electorales sacar al país del ostracismo social, pero nada cumplieron a posteriori. Eso sí, todos dejaron el poder con sus arcas financieras infladas, y ahora, tras las bambalinas, critican lo que de buena fe hace Zelaya por el pueblo que lo eligió.

Cada día los medios de comunicación de ese país sorprenden con informaciones “de probeta”, creadas en las redacciones, edulcoradas hasta no más, exaltando el papel “democrático” del recién creado gobierno del golpista Micheletti e intentando legitimar la acción, con vericuetos legales que nada tienen que ver con la Constitución de la República, la misma que tiene prohibido deportar a una persona nacida en esa tierra, como le hicieron a Mel Zelaya después de secuestrarlo en su casa el domingo 28 de junio.

Por ejemplo, el influyente diario La Prensa, el de mayor circulación de Honduras, presenta hoy una sarta de titulares reflejando el aparente respaldo de algunos grupos de poder al autotitulado Presidente. Desde el lunes las portadas presentan fotos a todo tamaño de Micheletti o de los actos de aprobación a él, en los cuales aparecen siempre personas a todas luces de las entidades privadas, portando pancartas y fotos hechas en imprentas con equipos sofisticados. En las que respaldan a Mel priman los simples cartones escritos a mano, porque lo portan los humildes, los pobres, los más sufridos.

En la edición de hoy, perdida entre el marasmo de noticias, está una nota titulada: “Partidarios de Zelaya piden su retorno”, con una pequeña muestra gráfica. Es que, aunque lo pretendan de manera expresa, lo evidente, no puede ser silenciado todo el tiempo.
Dirigentes sindicales hondureños, con quienes he tenido contacto vía Internet, dan cuenta de que el número de ciudadanos que piden el regreso del presidente Mel a su puesto al frente de la República aumenta por minutos, al igual que los que están dispuestos a recibirlo hoy cuando arribe a suelo catracho acompañado por el padre Miguel D’Escoto, presidente de la Asamblea General de la ONU.

Después de lo que ha ocurrido con el golpe mediático en Honduras, creo que nadie se atreverá a defender la tan cacareada libertad de prensa, esgrimida reiteradamente por los derechistas para intentar opacar el brillo de la realización periodística de la izquierda.